Además de fabricar la mejor tecnología para el campo, Stara insiste en estar siempre al lado del productor rural, incluso en otro continente. Por eso, la empresa recibió a dos estudiantes de intercambio que llegaron de Sudáfrica para profundizar sus conocimientos en nuestras máquinas y tecnologías durante tres meses de prácticas. El objetivo es que regresen a su país aptos a dar soporte técnico con la calidad Stara.

Por noventa días, J-Jay Ackerman y Tiaan Botha residieron en Não-Me-Toque para vivir la experiencia Stara de la mejor manera posible. Y además contaron con una red de apoyo creada por los empleados de la empresa.

Según Vinicio Ezequiel Guarda Lara, durante las prácticas, los estudiantes de intercambio participaron activamente en el Centro de Capacitación Stara, del cual es coordinador, en las capacitaciones de Línea de Montaje e Ingeniería de Manufactura. «En el calendario de prácticas, recibieron en el CTS capacitaciones sobre maquinaria que se ensambla en la fábrica, así tienen una comprensión de todo el proceso Stara», comenta Vinicio.

El sudafricano J-Jay Ackerman llegó de Bergville, una pequeña ciudad de casi 5 mil habitantes, al pie de las montañas Drakensberg. El muchacho, que es mecánico y técnico, cuenta que decidió hacer estas prácticas para trabajar con su padre, vendedor de máquinas Stara en el continente africano hace más de cuatro años.

Para él, no hay cómo elegir una parte favorita de las prácticas. «Todo lo que viví aquí tuvo sus singularidades, cada pequeño pedazo de la fábrica tiene sus características. No se puede comparar uno con otro. He aprendido mucho en el proceso. Obtuve respuestas para muchas dudas, en general y específicas. Hoy veo a Stara desde la perspectiva de un mecánico, y de empleado también. Es la fábrica más grande que haya conocido», comenta.

Por su parte, Tiaan Botha llegó de Bultfontein, una ciudad con alrededor 24 mil habitantes, teniendo en mente el mismo objetivo: trabajar con su padre y brindar soporte técnico especializado en su establecimiento de reventa. Tiaan es exmilitar, técnico en mecánica y estudiante de psicología. Lo que más le gustó del tiempo de prácticas, según él mismo, fue conocer y trabajar con la parte tecnológica de la fábrica y de la automatización de los procesos. «La fábrica es impresionante. Tuvimos la oportunidad de conocer un poco de todo y recibimos capacitaciones de alrededor de una semana por máquina. Aprender cada detalle y ver las máquinas siendo fabricadas es algo que distingue el proceso de aprendizaje», completa.

Durante el tiempo de prácticas, los sudafricanos tuvieron el apoyo de los compañeros de trabajo de la empresa para facilitarles el proceso de adaptación. El instructor de capacitaciones de Stara, Erikcson Fonseca Ecco, fue uno de ellos. Él nos cuenta que siguió de cerca todas las etapas del proceso de aprendizaje de los estudiantes y que fue de gran valor ese intercambio de experiencias.

Para él, la experiencia ha sido de crecimiento profesional. «En el aspecto empresarial, nos expresan las dificultades que sienten allá, como clientes de otro país. Con esta vivencia, tenemos una visión diferente para poder mejorar estos puntos que nos señalan, o crear nuevos productos basados en lo que el público de fuera del país necesita. Todos crecemos mucho como profesionales. Si tuviese que resumir en una palabra lo que yo viví trabajando con ellos sería ‘conocimiento'», subraya.

Para Vinicio, coordinador del CTS, este es solo el comienzo del proyecto. «Ya tuvimos otras capacitaciones con extranjeros, pero eran de una o dos semanas. Tres meses ha sido un programa inédito. Toda esa vivencia nos ha servido como aprendizaje, para que podamos repetir este modo de capacitación en soporte técnico y mejorar cada vez más la experiencia de los clientes, colaboradores y técnicos extranjeros aquí, en Stara», destaca.

Vinicio señala que uno de los principales objetivos es que los practicantes se lleven, además del conocimiento técnico, el «espíritu Stara», las ganas de ayudar, el compromiso con el cliente y, sobre todo, el lema Evolución Constante a su país, en específico a los establecimientos de venta en los que trabajarán.

Quien estuvo con los practicantes, aunque por un período corto, puede notar que fueron abrazados por la cultura Stara. Para J-Jay Ackerman «conocer a las personas, y el trabajo en sí, fue muy diferente de lo que imaginé que sería. Aquí la gente es muy amigable y les gusta compartir lo que saben. Cuando no sabemos algo, no tenemos vergüenza de decirlo, de pedir ayuda y de poder compartir conocimiento. Aun con la barrera del idioma, tuvimos el apoyo de varios compañeros en Stara que nos facilitaron ese proceso», nos cuenta.

J-Jay y Tiaan se llevan en las maletas no solo conocimiento, sino muchas historias para contar y muchos amigos en el corazón, producto de esos 90 días de convivencia en la empresa. Stara se enorgullece de poder ofrecer este intercambio de experiencias, tanto para los empleados como para los colaboradores de fuera del país. Al final, ninguno de nosotros es tan bueno como los somos todos juntos.